sábado, 26 de mayo de 2012

El derecho a la no discriminación: ¡Todas y todos somos diferentes!

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Venezuela, Red de Apoyo por la Justicia y la Paz
 
Artículo escrito por Betty Nuñez Espinoza

25/05/2012, Correo del Orinoco
A diario, en pleno siglo XXI, no es sorprendente escuchar de algunas personas (e incluso de nosotras mismas y de nosotros mismos), comentarios despectivos, llenos de prejuicios, rechazo y no aceptación hacia otras personas. Es muy cómodo decir “todos somos iguales”, pero ¿es tan difícil aceptar que todas y todos “somos diferentes” en igualdad de condiciones? Es a eso a lo que me quiero referir en este artículo.

Desde que salgo de mi casa al trabajo, e incluso de regreso, puedo escuchar comentarios como estos: “Gorda y gordo tenía que ser”, “Mira a esa negra, sí es fea”; “él es mocho, ella es enferma, es bruta”, “¡Uy, no! ¡Él es gay, ella es lesbiana”; “él es tuky”, “ella es sifrina”, “que niche es”… y así pudiera seguir escribiendo frases y terminaría llenando al menos dos hojas de este periódico. Pero más allá de las frases, lo que me sorprende es que esta situación nos incomode poco, que en lugar de molestia, genere “risas” entre algunas personas. Cabe preguntarse: ¿Cuántas veces lo hacemos?, ¿Sabemos lo que se siente? El “mundo” está lleno de frases y actitudes como éstas.

¿Qué es discriminación?
En un intento de conceptualiza, discriminación es: tratar a una persona o grupo de una manera desfavorable, a partir de los prejuicios que se tengan, colocándoles en una categoría inaceptable y, por lo tanto, atentando contra su dignidad. Es el manifiesto del rechazo hacia otras y otros, por su orientación sexual, rango socio-económico, edad, nacionalidad, discapacidad, enfermedad, sexo, religión, profesión, opinión política, etcétera. A causa de esto, muchas personas han sido maltratadas, burladas, y por lo tanto, ha sido vulnerado su derecho a la “no discriminación”.

Por ello, a partir de 1945, la Organización de Naciones Unidas (ONU) empezó a realizar esfuerzos para combatir aquellos aspectos que atentan contra la dignidad humana, entre ellos la discriminación, sosteniendo como objetivo "el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los individuos sin distinción de raza, sexo, idioma o religión” (Asamblea General de la ONU; 1948); lo que llevó a muchos países, a la reflexión e incorporación de este tema en sus declaraciones, pactos o tratados, que hacen referencia a los derechos humanos y a las leyes en general.

En nuestro país, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el artículo 21 señala: “Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: 1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. 2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan”.
A pesar de estos acuerdos, y su consideración en las leyes vigentes, aún existe la discriminación y en muchos casos ésta viene acompañada de actos de violencia: las agresiones físicas y psicológicas están presentes de manera implícita y pocas veces hacemos algo.

Por lo tanto, es inaceptable que nuestra ignorancia nos lleve a discriminar. Se sostiene que toda forma de discriminación constituye una violación a los derechos humanos y debe tener como consecuencia una sanción. Todas las venezolanas y los venezolanos, independientemente de quienes seamos, debemos incorporar en el desarrollo de nuestra vida cotidiana, valores de tolerancia y de ciudadanía que contribuyan a una cultura de paz, respeto y aceptación de las diferencias, porque “todas y todos somos libres de ser diferentes” siempre que las diferencias de una persona no atenten con el libre desenvolvimiento de la personalidad de otras y otros; en ese sentido, nuestras diferencias deben ser vividas “en igualdad de condiciones”, y así lo subraya la ley: todas las personas somos iguales ante ésta.

El reforzamiento de la discriminación nos conduce a un ambiente hostil y en el que pocos deseamos vivir. Por eso, invitamos a que: “cese la violencia”, “manifestemos que discriminar es una mala práctica” y que ser diferentes es lo normal y lo positivo, porque la diversidad cultural, sexual, política y las situaciones de salud, entre otros factores que suelen utilizarse para excluir y que son adquiridos socialmente, son inherentes a las personas. Ante la pregunta inicial ¿Es difícil aceptar que todas y todos “somos diferentes” en igualdad de condiciones? Puedo responder que “es fácil y necesario”, porque todas y todos deseamos que nuestra diferencia individual sea aceptada y respetada.

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